Vivimos una época en que la sociabilidad se extiende a través de las las redes sociales, donde las formas de interacción se pautean a través del mercado, por lo que cada vez nos asociamos menos y consumimos más.
Los cuerpos aparecen abandonados o pospuestos en la construcción de individualidades electrónicas. La relación “a distancia” se establece como forma preferencial de convivencia.
La pandemia nos obligó a recluirnos y a evitar todo contacto físico con el otro. Nos quedamos aislados y huérfanos de nuestros refugios sociales, los encuentros de amigos, los clubes y lugares de esparcimiento que frecuentábamos, y en su lugar nos hemos inventado un mundo virtual en el que sobrevivir.
Los cuerpos aparecen abandonados o pospuestos en la construcción de individualidades electrónicas. La relación “a distancia” se establece como forma preferencial de convivencia. Esto, por otra parte, implica relaciones a resguardo del otro y de control sobre lo que se pretende mostrar. La sociabilidad se establece como una constante performance virtual relegando nuestra manifestación corporal de las emociones a iconos de la red.
Pero por mucho que nos simpaticen, nuestras emociones no son simples caricaturas, ni nuestros cuerpos carne inhabitada. Somos una unión que requiere movimiento y contacto, reconocimiento y cuidado.
Mantente en Movimiento
En Medicina China el hombre se concibe como portador de tres tesoros que son indisolubles: cuerpo, energía y mente-espíritu, “jing, chi, shen”. La sola interacción virtual no nos permite cuidar debidamente de nuestros tesoros. Debemos poner en movimiento el cuerpo para relajar la mente y aplacar desde la armonía la ausencia de contacto con los otros. Debemos habitar nuestro cuerpo, habitar nuestra mente.
Diversos estudios y trabajos científicos evidencian la existencia de un vínculo virtuoso entre la felicidad y el movimiento. Moverse contribuye tanto a una mejor salud como a la felicidad, y a la inversa. Cuerpo y mente, carne y sentimiento son nuestro territorio, cuidarlos con dedicación es nuestro deber.
Busquemos formas de evitar la inercia, de promover nuestro bienestar, de mirarnos y reconocernos, por ahora tras las pantallas, pero activos, con libertad y alegría, muévete y sonríe, no eres un emoticon, eres un ser que emociona.
Shen Men se pone en movimiento
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Clases virtuales para todos
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